Bueno, eso sí, no hubo coronas de flores, gente de negro, ni siquiera lloraron, por el contrario, todos estuvieron muy contentos… en algún momento, un poquito de tristeza, pero nada de importancia…
Y es que recordándolo mejor, ni siquiera se registró una fecha exacta de defunción y hasta podría decir que tampoco hubo un sepelio, pero sin llegó el día en que aquel niño enamorado por siempre, dejó de existir ¿Dónde quedó su cadáver? Por Dios, alguien que me lo diga; quiero ir y llorar ante sus restos…
Siempre me dijeron que la vida es muy corta y ahora empiezo a creerlo, cuando recuerdo a ese niño… que se llamaba igual que yo y casi pensaba como yo, ahora ni siquiera posee un cuerpo inerte por el cual estar triste, lo cierto es que ya no vive… ha muerto para siempre y con él se han ido muchos sueños, fantasías y creencias… Todo lo que formaba parte de sus pertenencias, incluido aquel gran amor infantil, se ha ido para siempre y aquellos caminos por los que anduvo ahí estarán por mucho tiempo… pero serán otros niños quienes jugarán, irán y vendrán y harán aquellas mismas cosas que ahora no tienen sentido…
Se llamaba igual que yo y hasta tenía mis mismos apellidos, pero él se ha ido para siempre… los juegos se desvanecieron y del alma pura no queda ya nada… Ahora hay otros infantes, y no juegan a packman o a las canicas… ellos juegan a matar…
… se ha ido para siempre y sin poder encontrar su cadáver aún, puedo decir que vivirá eternamente en el adulto que vino a ocupar su lugar.
JUAN RAMON ARAUJO LÓPEZ