Con las noches frías, habrá que dejar de lado los blancos con cuerpo y comenzar con los tintos, ¿cuales? Que tal pensar en un guiso de solomillo de cerdo y una Bonarda de gran cuerpo. Según entendidos hoy, es la segunda variedad argentina.
Esta cepa en los últimos años ha evolucionado y muy bien por eso es necesario saber algo a cerca de su origen. El nombre se refiere al cuervo.
En Cuyo esta variedad se conocía como barbera, barbera Bonarda o Bonarda. Hasta que el ingeniero Alberto Alcalde del INTA determinó que nada tenía que ver con la verdadera barbera que también se cultivaba en la Argentina. Por sus características ampelográficas en nada se parecía a la Bonardas italiana. En 1970 el ampelógrafo francés, Truel, en un viaje a Mendoza, determinó que correspondía a una antigua variedad francesa, la corbeau noir. De ahí que su nombre es una remembranza del cuervo, tal vez por el intenso negro de sus uvas.
Fue introducida en la Argentina por los italianos en el siglo XIX y llegó junto con la Barbera, Nebbiolo, Sangiovesse, Tokai y otras cepas atípicas más. El origen se lo disputaron entre los italianos y los franceses, que en algún momento se la adjudicaron como propia, pero hoy se sabe que es de la península.
En Argentina encontró varias zonas preferenciales para ser cultivada sobre todo en el valle de Tullum en San Juan, Maipú, San Rafael, Maipú, y Chilecito en La Rioja. La Bonarda se aclimató perfectamente al país, tanto que duplicó la cantidad de hectáreas sembradas desde sus inicios.
Antiguamente se la confundía la cepa Barbera pero gracias a la ampelografía (ciencia que las variedades) se determinó que nada tenia que ver con esta cepa también cultivada aquí. La Bonarda en otro momento no producía con los cuidados adecuados, por tal razón, daba como resultados vinos flacos, sin color, poco alcohólicos. Este fue uno de los motivos que cual estaba desvalorizaba y siempre se la encontraba en vinos de corte. Hoy los procesos en los viñedos y las nuevas técnicas de vinificación y la búsqueda de una nueva variedades han hecho que ganara puntos y se diferenciara y se lograran vinos de calidad.
Con la Bonarda se elaboran vinos perfumados y secos, con la guarda adecuada se vuelven vinos armoniosos. Son muy frutados, cualidad que busca el consumidor y de taninos redondos. Muchos hacedores de vinos piensan que es un diamante en bruto. Se pueden elaborar desde vinos jóvenes hasta de alta gama y porque no tardíos. Esta variedad necesita mucho sol sobre el racimo, a la vista se caracteriza por mostrar un rojo intenso con algunos destellos violáceos, pulpa blanda, pero da vinos de color intensos. En cuanto a sus aromas sobresalen las frutas rojas y negras y de su paso por barrica, aparecen notas especiadas, vainilla y las frutas secas. En boca se presenta agradable, dulce, con taninos tan suaves, intensos con una correcta crianza se vuelven armoniosos, de acidez media y suelen ser muy elegantes.
La temperatura de servicio para este varietal pueda expresarse mejor será aproximadamente de 17°. Ideales para acompañar una pasta con verduras ó como aperitivo con algunos quesos duros.
Esta cepa tiene la virtud de realzar y mejorar los cortes como por ejemplo cuando acompaña al Malbec, se dice que este corte es típicamente argentino. El Corte Syrah-Bornarda es una opción espectacular, opulenta, que alcanza un buen equilibrio.
Una cepa antigua, desprestigiada y poco conocida se impone a las clásicas, la Bonarda ya no quedará relegada y tal vez en poco tiempo se dispute el puesto con el malbec.